La Panga

 

Autor: Mayahuel Hurtado Ortiz

Durante varios años a través de notas, sondeos, columnas y reportajes he abordado el tema de la Laguna del Valle de las Garzas, hablé acerca del deterioro que sufría e incluso realicé un comparativo a la devastación que sufrieran el Lago de Chapala en el vecino estado de Jalisco, la laguna de San Sebastián del Oeste y la de Sayula, en donde nada se pudo hacer para su recuperación; coincidentemente esos vasos lacustres fueron desapareciendo ante la apatía de los diferentes niveles de gobierno, los congresos locales y federales, los habitantes y los excesos de la industria, la infraestructura carretera y en el caso específico de Manzanillo, el crecimiento portuario.

Pero es la laguna del Valle de las Garzas cuya extensión es de 268 hectáreas en nuestro Manzanillo se ha visto amenazada durante años, en donde una mediana recuperación en sus niveles de agua, nos hacían soñar con la posibilidad de realizar el proyecto del Parque Metropolitano, sin embargo, resultó inviable, debido a que sus aguas recibían las descargas de la planta de tratamiento, situación que contaminó de forma dramática el vaso lacustre, pero no era sólo eso, el tiro de gracia vino a través del desarrollo de las obras del crecimiento portuario de la Terminal Especializada de Contenedores No. 2 (TEC 2) en la zona norte del municipio; nadie puede pasar por alto la tala de 25 hectáreas de mangle. Consideradas el regulador natural del clima en Manzanillo, pero además el resistidor natural de los embates de la madre naturaleza en la temporada de ciclones.

Pero citaré a continuación amable lector, lectora uno de tantos trabajos periodísticos en donde se habló del tema:

“MARZO 31 2014: Manzanillo a través de sus vías, lagunas y el mar…

ESTAR FRENTE A LA LAGUNA DEL VALLE DE LAS GARZAS, viendo su deterioro, la falta de acciones oportunas para su rescate por la bendita tramitología, me hicieron ver a futuro dos posibilidades, una de ellas la más bella, una laguna limpia, con peces, con diversidad de aves marinas locales y migratorias, con sitios delimitados para la convivencia entre el humano y el mundo natural, con lugares para la práctica de actividades acuícolas, con zonas de cocodrilos, con señalamientos y con información de las especies, con caminos bien trazados, con áreas de juegos recreativos para los pequeños, con una ciclopista y áreas especiales para el adulto mayor, con un stand de librería para quienes gustan de la literatura, un espacio para eventos culturales, con áreas verdes y zonas limpias, gente consciente cuidando de ella; pero también amable lector, vino la segunda posibilidad, la de un desierto arenoso mal oliente al que le buscarán un uso, pues finalmente el peor depredador del planeta, por inconsciencia, por falta de cultura y por apatía, contribuyó a que su muerte se acelerara, no es posible mostrarnos abúlicos ante una realidad que vemos al transitar diariamente por la zona, quizá esos ingredientes, sumarán esfuerzos y surtirán un efecto negativo en un ecosistema que se nos dio para disfrutarlo y para protegerlo, luego vino la pregunta ¿DÓNDE JUGARÁN LOS NIÑOS? La respuesta está en cada uno de los pobladores, sumemos voluntades y rescatemos a la Laguna del Valle de las Garzas, hoy en día uno de los sitios más prometedores para que las nuevas generaciones se precien de estar en contacto con el medio natural”.

23 de mayo de 2017: La Panga: LAGUNA DEL VALLE DE LAS GARZAS, LA ÚLTIMA LLAMADA

Es un tema del que se ha hablado mucho en medios impresos, electrónicos y radiofónicos, incluso, a través de las redes sociales vimos infinidad de videos de grupos de activistas que alzaban la voz para evitar el deterioro del vaso lacustre que fue devorado ante el poder expansionista de la Administración Portuaria Integral. Mucho se habló de obras compensatorias que buscaban en cierta medida resarcir el daño que la API había producido a la ciudad de Manzanillo. Y se enfocaron en vialidades y en otras obras de infraestructura, las presumieron a los cuatro vientos pero dejaron de lado la más importante, me refiere amable lector, lectora, a la preservación de la laguna del Valle de Las Garzas.

Nos lo advirtieron después de la atroz medida de arrasar con el mangle, los expertos en el tema ecológico enfatizaron una y otra vez que el daño a la laguna sería irreversible si no se tomaban medidas a tiempo y así fue, se tomó a la ligera un tema que alteraría por completo el clima de Manzanillo y también acabaron con el resistidor natural de los huracanes, ya que después del daño ecológico a la zona manglar y a la propia laguna, no sólo hemos recibido la furia de la naturaleza en temporada de huracanes, sino que además, se cumplió lo que dijeron los expertos, elevando la temperatura en tres grados o más y que hemos padecido los porteños en épocas de calor, en donde caminar del mediodía a las cinco de la tarde, es verdaderamente deambular en el infierno (…) Hasta ahí el texto y cuántas celebraciones más de humedales se requieren para activar de inmediato los focos de emergencia en un ecosistema que no solamente alberga agua, sino diversas especies como aves, caimanes, iguanas, mapaches, tejones, víboras, entre otras, y me hace recordar que si hoy no hacemos nada, los jóvenes en el futuro nos sentenciarán: ¡Hey anciano, maldito seas tú y los de tu generación causantes de la destrucción de lo que pudo haber sido de nosotros!”

Hasta ahí algunas transcripciones de muchas columnas que han insistido una y otra vez en el rescate de ése hábitat, una muestra tangible de lo que desde esta trinchera editorial se ha aportado para generar opinión y que el ciudadano forme conciencia y tome acciones que coadyuven con la recuperación del vaso lacustre, pero también se han resaltado los esfuerzos de los manifestantes, danzantes, y activistas que no han quitado el dedo del renglón.

El rescate de la Laguna del Valle no es únicamente obligación de nuestras autoridades, a todos y a cada uno de los pobladores de Manzanillo nos compete.

¡Sumemos voluntades!

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