Autor: Territorio

Es raquítico el acceso que tiene la mujer rural al financiamiento y la tecnología, lo que le impide su incorporación a las actividades agropecuarias de otra escala, que no sean las de traspatio, ello ya no debe ser posible y debe haber piso parejo en ese sentido, para que se sientan debidamente respaldadas.

En esos términos se expresó la activista social, Patricia Ramos Galván quien agregó que, el enfoque de género es escasamente conocido en las instituciones públicas y, más aún, prevalece una actitud que lo descalifica y minimiza al no convertirse como un elemento indispensable para el desarrollo sustentable.

Indicó que, deben crear políticas públicas para otorgarles condiciones idóneas para un mejor desempeño de sus funciones a las mujeres campesinas, ya que un porcentaje considerable, son cabezas de familia.

Aseveró que las mujeres campesinas, son un factor clave en los procesos que son reconocidos como agentes intermediarios de la relación entre el desarrollo sustentable y medio ambiente, sin embargo, esta participación ha sido desigual.

“Los desafíos de la mujer actual, la historia de la seguridad entre hombres y mujeres es tiempo de empoderar a la mujer”, precisó.

Del mismo modo, dijo que la calidad de vida que tienen las mujeres en el campo y zonas rurales no refrenda el compromiso de los gobiernos para empoderar a las mujeres que participan día a día en la vida familiar y económica de nuestra comunidad, ya que los programas que ofrecen para apoyos son meros maquillajes improductivos, y de relumbrón tal cual se acostumbra hacer.

Expuso que en Villa de Álvarez es común ver a las mujeres trabajando en el corte de caña, de limón, de jitomate, papaya, café, etc., recibiendo un mísero salario y respirando pesticidas al por mayor, ver a las mujeres atendiendo los comedores al pie de los ríos, actividad muy digna y atractiva, pero sin más aspiraciones que sacar para vivir al día.

Mencionó que el trabajo debe ser una fuente de satisfacción y autonomía, que contribuya a superar la miseria y la ignorancia que dé seguridad, trato digno, y oportunidades de crecimiento para recibir educación y no solo explotación.

Finalmente, Patricia Ramos señaló que el campo mexicano se ha transformado de forma significativa, pero no ha sido debidamente incluyente con las mujeres campesinas y en el municipio de Villa de Álvarez no es la excepción.

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