Punto (.) Rojo

Autor: J. Baldomero Díaz Gaytán

Alfredo Coutiño es considerado uno de los mejores analistas financieros del mundo. Hace unos días escribió un revelador artículo sobre el panorama económico que tenemos en México para el año 2018. Hay que tocar estos temas en estos días, porque, definitivamente, el problema del futuro en el país y en el estado es, sin duda, la economía. Transcribo de manera íntegra una parte del análisis de Coutiño.
1. PASADO RECIENTE: La economía mexicana continuó avanzando durante la primera mitad del año, aunque a tasas consistentes con la capacidad productiva, la cual permanece aún limitada por los bajos niveles de inversión. La inflación ha mostrado una persistente tendencia al alza, aunque su velocidad de aceleración se ha moderado. Después de la fuerte depreciación cambiaria, el peso ha recobrado cierto terreno.
A pesar de la fuerte turbulencia financiera de inicios del año, la economía continuó avanzando. El PIB creció a una tasa promedio anual de 2.3% en la primera mitad del año, tasa consistente con el crecimiento potencial de la economía y con el 2.4% reportado en el mismo periodo del año pasado. La capacidad productiva continúa limitada, ya que el coeficiente de inversión no ha logrado superar el 22% en que terminó en el año 2012, a pesar del cúmulo de reformas en marcha.
La inflación ha crecido rápidamente a lo largo del año y a tasas muy por encima del objetivo de 3%. Los rezagos en precios acumulados en muchos productos, aunado a la depreciación cambiaria acumulada, desataron una realineación generalizada de precios a lo largo del año. La complacencia monetaria de los años anteriores junto a cierta indisciplina fiscal han sido las raíces reales detrás del repunte inflacionario.
Más allá de la depreciación cambiaria, de la liberalización del precio de los combustibles, y del ajuste en el salario mínimo, –todos los cuales son solo consecuencias y no causas- la inflación en México es mayormente un fenómeno monetario. La prolongada expansión monetaria, durante los primeros tres años de la presente administración, no solo representó una política acomodaticia de un creciente desequilibrio fiscal, sino también fue corresponsable de un mayor déficit al promover incentivos para un endeudamiento público barato. Como resultado de la expansión monetaria, la cantidad de dinero por unidad de producto se aceleró desde 2013, creando una situación de mayor circulante monetario frente a una limitada cantidad de bienes y servicios.
Las nuevas reformas en marcha beneficiarán al país más en el mediano plazo. Sin embargo, el impacto económico de dichas reformas dependerá de la magnitud de los cambios estructurales que produzcan. Es decir, la clave no es la cantidad de reformas sino la calidad de dichas reformas. Un riesgo aún latente está en la potencial implementación de políticas estadounidenses que atenten contra el comercio y la inversión entre los dos países, lo cual afectaría la capacidad productiva de México.

Otro riesgo ha sido el azote que ha sufrido el país con los dos terremotos de gran intensidad, y cuyos efectos sobre la economía aún están por verse. Dado el recuento preliminar de daños e interrupción parcial de las actividades, al parecer el efecto sobre el crecimiento podría ser de solo un par de décimas de punto porcentual en el PIB.
2. PERSPECTIVAS ECONÓMICAS: El escenario más probable delinea una economía sin mayores avances en el año. En el mediano plazo, algunos factores positivos ayudarán a aumentar ligeramente la capacidad productiva y el crecimiento, más que nada como resultado de una profundización de los cambios estructurales. Se asume la posibilidad de una renegociación comercial con Estados Unidos, aunque sin mayores mejorías.
La economía avanzará a una tasa alrededor de 2% en el 2017, acelerándose ligeremente hacia un 2.5% en el 2018, más por el efecto expansivo del ciclo político-electoral. En el 2019, el efecto negativo del ciclo político se hará presente nuevamente, generando la tradicional desaceleración en el primer año del nuevo gobierno, con la economía creciendo solo 1.5%. En el más largo plazo, la economía avanzará a tasas determinadas por el incremento en la capacidad productiva, entre 3% y 3.5%.
La política económica solo debe ser usada para moderar las alzas y bajas del ciclo económico, de tal forma de mantener a la economía alrededor de su producto potencial. Políticas prolongadamente expansivas solo producen bienestar transitorio y a la larga tienden a generar más costos que beneficios.
3. RIESGOS: Por el lado interno, no hay que descartar el riesgo asociado a la posible llegada de un gobierno con un enfoque antimercado en las elecciones del 2018. Sobre todo, dada la posibilidad de un candidato que tenga la capacidad de aglutinar el creciente voto de descontento. Un gobierno radical o con políticas populistas tendría el potencial de incrementar la vulnerabilidad del país frente a choques externos. Desequilibrios fiscal y externo persistentes, asociados a la pérdida de credibilidad en el manejo macroeconómico, harían a la economía mexicana más vulnerable a la especulación y la expondrían a una crisis financiera. Ante ello, la capacidad productiva resultaría dañada, con consecuencias importantes para el bienestar social.
Hasta ahí el análisis. Y como usted observa amable lector, el tema de la inestabilidad económica nos debe de preocupar a todos. Y todos somos todos.

Y ni una línea más.

 

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